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Un discutible afán de cambio
Martiniano Alcocer Álvarez
(Publicado en el Diario de Yucatán el 11/09/2007)
Institucionalidad. Hay palabras de difícil asimilación, sobre todo para jóvenes que tienen exacerbado el deseo de cambiar todo, de comerse al mundo de un bocado, de establecer un antes y un después de ellos. Esa palabra es institucionalidad. Y es muy peligroso atacarla, porque es el cimiento de la vida en común, el marco que permite la convivencia pacífica —o al menos la tolerancia— y allana el camino al entendimiento.
Uno comprende que la gobernadora Ivonne Ortega Pacheco quiera tener junto a sí y en puestos clave a personas de su entera confianza y por eso, no obstante los escrúpulos de los profesionales del Derecho contra el cuñado de la señora Ortega, puede entender que lo quiera cerca en un territorio clave para la buena marcha de su gobierno.
Pero nos parece exagerado su afán de remover a los consejeros del Instituto de Acceso a la Información Pública. Sobre todo, nos parece poco sólido el argumento de que accedieron a sus cargos de manera ilegal. Alguien lo dijo, y lo dijo bien: el gobierno no puede ir contra sus propios decretos y hay un decreto del Ejecutivo mediante el cual fueron designados los tres consejeros. Además, hay muchos antecedentes de otros funcionarios que no dejaron sus notarías, si no que le pregunten al pensionista más rico de Yucatán. ¿Verdad don Orlando?
Los malpensados podrían decir que doña Ivonne quiere en esa importante institución a personas que no le rasquen mucho a los entresijos de su administración. Recuerde: no es conveniente hacer tabla rasa. Hay un entramado institucional necesario para la buena marcha de la cosa pública y, hoy por hoy, el INAIP sí funciona.
Vil revancha. Ese y no otro es el calificativo que merece la actitud de diputados y senadores perredistas ante el IFE. Como no le dio el triunfo a su Peje —aliviados estaríamos— ahora pretende desintegrar a su Consejo y no quieren ver ni en pintura a su presidente, Luis Carlos Ugalde. Usan su poder en ambas cámaras como moneda de cambio para satisfacer los insanos deseos del que pudiendo haber sido el político más poderoso de México se ha convertido en una rémora al avance de las instituciones. Una pústula, un forúnculo en salva sea la parte.
Choca a la sociedad —y si no, vean las encuestas— la actitud que asumen esos gatilleros de AMLO. Y no es que creamos que los consejeros actuales de IFE son los mejores que podamos tener —para empezar son fruto de negociaciones en las penumbras de PAN y PRI—, pero el daño que se derivaría de su remoción a estas alturas sería inmensamente mayor que el de su permanencia. Desde luego, vivimos en una democracia imperfecta. Estamos a siglos luz de ser una sociedad poderosamente vertebrada, donde el ciudadano sea el mandante. Pero con actitudes como las del perredismo golpeador nunca vamos a lograrlo.
Los mayas. Ha comenzado un nuevo campeonato de la Liga de Básquetbol Profesional. Celebramos el esfuerzo de los hermanos Ruiz Flota —hoy sí, apoyados por el gobierno estatal—. Sin embargo, por lo poco visto en dos partidos, creemos que el equipo del año pasado era superior. Hacen falta, para no ir más lejos, uno o dos jugadores poderosos en los tableros que impongan respeto a los rivales. Y también hace falta que los dueños de la franquicia les laven la boca con ácido muriático a sus porristas. El Yaqui Irabién estaba escandalizado —y con razón— cuando oyó que desde lo alto de la tribuna oriente bajaban mentadas de madre para los árbitros. “Eso nunca se había oído en el básquetbol”, nos dijo quien es uno de los mejores defensas que ha tenido el deporte ráfaga en Yucatán. Y salió corriendo del Polifuncional.
Punto de sal. Cómo nos choca el diputado Javier González Garza —claro, del PRD— cuando pone cara de inteligente para decir estupideces (para usar una palabra suya) ante los reporteros.— Mérida, Yucatán.
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