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Yucatán ganó de nuevo
MartinianoAlcocer Álvarez
(Publicado en el Diario de Yucatán, el 22 de mayo de 2007)
Los números. Me voy a permitir disentir del estimable compañero de página Gonzalo Navarrete Muñoz: los números no son “ilusión de certidumbre”, sino sustento de certidumbre. Sobre los números está construida la civilización moderna, incluida la maravilla de maravillas que es el internet.
Y los números, aquí y ahora, nos dicen que la ganadora de la elección del domingo es la priista Ivonne Ortega Pacheco, una candidata construida milimétricamente, por algún genial mercadólogo, en un laboratorio cuya mirada está puesta en las aún lejanas elecciones presidenciales de 2012, desde la nada que es una alcaldía en un pequeño pueblo yucateco.
Ivonne Ortega —salvo una hecatombe— será la segunda gobernadora yucateca. Ante esto no queda más que acatar respetuosamente la voluntad de un pueblo que sigue dando ejemplo de civismo al haber acudido a las urnas en un porcentaje cercano al 70% —69.8%, según el PREP—. A la ganadora y a su partido, que al cerrarse el PREP —a las 11:56 del lunes 21— iba adelante en 10 distritos electorales y en 45 de 106 municipios, incluidas las principales ciudades, menos Mérida, Motul y Ticul, en manos del PAN, habrá que pedirle humildad en la victoria que en sentido estricto no es suya sino de los ciudadanos.
El gran derrotado, Xavier Abreu Sierra, del PAN, ya ha dado muestras de generosidad en la derrota al admitir que perdió la elección y reconocer la victoria de su oponente priista. Esto abona su talante democrático.
Yucatán puede respirar tranquilo. Hemos cumplido de nuevo nuestra tarea ciudadana. Ahora sólo queda esperar que las promesas de campaña se cumplan y el Estado se encamine, con un gobierno eficaz y una oposición dialogante y receptiva a lo que sea bueno para la sociedad, hacia estadios de progreso nunca jamás alcanzados. Amén.
Olas en las casillas. A quien esto escribe le tocó votar en la casilla 263, instalada en el centro social Elvia Carrillo Puerto de Las Aguilas. La casilla básica abrió con 40 minutos de atraso, las dos contiguas con media hora. Las tres filas desde antes de las 8 de la mañana ya eran numerosas.
Ahí la “ola roja” —pura mujer— superaba dos a uno a la “azul” y, además, se miraba a sus integrantes bien coordinadas y preparadas para ejercer su labor, caso contrario de los panistas, que inclusive, en determinado momento, mientras las priistas vigilaban la instalación y firmaban las boletas, salieron del edificio a reunirse con alguien de su partido y dejaron solas a aquéllas. La “ola roja” es un indicio seguro de una tarea bien planeada y ejecutada a la perfección.
Fanatistmo. Alguien podría pensar que es motivo de risa o una mera anécdota sin importancia, pero revela el grado de exageración fanática a que pueden llegar las burocracias religiosas: en Egipto, dos profesores de un centro teológico del Islam dictaron una fetua —un mandamiento— mediante el cual prohíben el trabajo solos de un hombre y una mujer, a no ser que ésta lo haya amamantado “al menos cinco veces”. Eso sólo revela un grado de fanatismo extremo y peligroso.
Nos recuerda también que este mundo vive una gran desigualdad en todos los ámbitos, incluido el de las religiones, pues mientras en algunos lugares se lapida todavía a una mujer que se atreve a desafiar las normas absurdas que le impedían casarse con alguien que no era de su religión —como ocurrió en Iraq—, en otros conviven en santa paz distintas religiones y sus miembros rezan juntos y adoran al mismo Dios sin mayor problema.
Punto de sal. Viejo refrán dice: “La victoria tiene muchos padres, la derrota es huérfana”.— Mérida, Yucatán.
malcocer@dy.sureste.com
http://martinianoalcocer.blogspot.com
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